Posted on Mayo 29, 2010 by sapitoro
Me gustó lo que redactó, es por eso que decidí ponerlo en mi blog.
La sola idea de pensar que la vida se vive a medias. Me da pauta para redactar este corto escrito.
Tan corto que un sueño es más extenso que el escrito mismo. El haber soñado que manejaba entre surcos sobre tierra llena de terrones que se desmoronaban al simple rodar de las llantas del vehículo, por cierto, el vehículo que yo manejaba era un tanto desconocido para mí; pero, ahora que lo recuerdo no sé quién sería el dueño del mismo; aparentemente, en el sueño yo era el dueño; en este auto me acompañaban mis padres, mis hijos y mi mujer.
Manejaba a lo largo de la parcela, al llegar a la cabecera de la misma, tenía que girar a la derecha siempre manejando entre los surcos de la misma, al llegar al final de la parcela, tuve que retroceder un poco para tomar impulso y lograr que el auto subiera a la calzada, pero teniendo cuidado de no acelerar demasiado y terminar ensartado en la sequia que corría al lado del camino.
Mientras hacía esto miraba hacia el lado derecho del auto, a través de la ventana, y eh ahí, ahí estaban, se erigían hermosas y fuertes, las matas de maíz, crecidas, de más de medio metro de altura, verdes y fuertes, creía que ese año iba a levantar una buena cosecha.
Lamentablemente en ese preciso momento desperté y me di cuenta que era otro sueño, uno más de la interminable cadena de sueños que me persiguen desde hace 25 años, los mismos años que han pasado desde que dejé mi pueblo, mi tierra bendita, que a pesar del tiempo y la distancia aun siento la tristeza infinita que me embargó ese día 12 de Octubre de 1985, cuando a las seis de la mañana, como ladrón furtivo salí de mi casa, sin despedirme de nadie, sin abrazar a mis viejitos, sin decirle a mis hermanitos cuanto los quería, no les di siquiera un beso de despedida, por la simple y sencilla y estúpida razón que no me gustaban las despedidas.
A pesar del tiempo aun siento que sigo siendo dueño de un pedazo de cielo de ese cielo azul rey, y de esa tierra de varios tonos, desde el rojizo cobre, hasta el blanco pasando por otras tonalidades de gran belleza.
Recuerdo los Valles, Los Ríos, Los Cerros, La Sierra, Los bosques de coníferas, los semidesiertos poblados de mezquites y huizaches. Los pueblos que se encuentran esparcidos en todo el territorio que son los que le dan un aliento de vida que no deja morir ese territorio, que parece hostil, pero que una vez que uno lo conoce es de lo más noble que se puede imaginar.
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